miércoles, 29 de junio de 2011

Sobre Finales

Mancha de Agua - Cinematógrafo
Siempre me gustaron los finales abiertos, donde el espectador tiene que interpretar lo que sucede a continuación. Tiene que decidir si lo anterior fue un sueño o fue realidad. Si era todo mentira, o por el contrario, los hechos eran así de extraños.
Siempre me gustaron aquellos finales que te hacían seguir pensando en la historia una vez acabada. Aquellos finales que te hacían querer vivir de nuevo la historia, para fijarte en detalles, buscando de este modo claves que te hicieran entenderlo todo.
Pero ello no quita que el resto de la historia deba de estar perfectamente explicada. Al final de la trama, todo debe encajar meticulosamente. Una cosa es dejar el final abierto apropósito, y otra muy distinta es que nada encaje y se quede todo en el aire.
Las grandes preguntas deben ser resueltas de algún modo en el que el espectador se  haga una nueva pregunta. La cual tendrá que resolver él solo, o con información de la historia previa.
Y es que las historias son como los buenos maestros, aquellos que a la vez que enseñan, te hacen dudar de ello, para que investigues y llegues por ti mismo a las mismas conclusiones.
En este sentido, creo que una buena historia debería de incluir el principio intelectual de “una pregunta siempre lleva a otra pregunta”.
 En cualquier caso, todo debe de tener su explicación dentro de la propia trama y nada debe ser dejado al azar. Es en el propio final en si, donde se puede añadir alguna nueva cuestión o posibilidad, para dejar pensando al espectador.

1 comentario:

  1. Cuando escribo busco habitualmente el final inesperado, es decir, me gusta crear un final en que el lector no se espere o no contemple que pueda ser posible.
    Como lector me gustan también los finales abiertos, aquellos que te permiten amoldar el final de la obra a tu estado de ánimo. si estoy contento... Pues salvo al protagonista. si estoy decaído... Pues lo dejo morir

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