Cuando tenía diez años, una vez mi padre me llevó a desayunar a un bar cerca de su trabajo. Él se pidió unas tostadas, imagino que con café. Yo no recuerdo que tomé. Pero lo que si que me acuerdo todavía es la manera en que le sirvieron las tostadas.
El camarero sirvió las dos rodajas de baguette untada en mantequilla medio derretida, y las cortó por la mitad en sentido longitudinal, dando lugar a cuatro mini tostadas muy finas y largas.
El otro día, treinta años después, en una comida familiar, mi hermano contaba con su hijo, que habían desayunado tostadas al estilo bar. La conversación se interrumpió y cambiamos de tema sin que pudiera explicarnos más sobre el asunto, pero a mí no se me olvidó.
Poco después de que mi padre me llevara a aquel bar, un día, en casa, se hizo unas tostadas de la forma en que se las sirvieron en aquel sitio, y me dijo algo como: mira, tostadas al estilo bar. Y para mí, cada vez que me hago tostadas así, como ha sido esta mañana, esas tostadas las llamo "al estilo bar".
Ignoro si mi hermano y mi sobrino se referencian a esto, o a otra cosa, cuando habían dicho en la comida que habían desayunado tostadas al estilo bar. Lo que sí sé, y es el motivo de este artículo, es que siempre creemos que para pasar a la historia, perdurar en los otros, tenemos que hacer grandes cosas como escribir un libro, o crear una obra de arte, y resulta que algo tan sencillo como la manera de cortar las tostadas, puede hacer que un niño que entró con su padre un solo día a aquel bar, treinta años después, esté escribiendo sobre aquel hombre detrás de la barra.
Seguro que nunca se lo imaginaria.
¡Quién sabe qué escribirán de nosotros media vida después!
Y tú, ¿cómo cortas las tostadas?
Crédito imagen: Sergio Arze.
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