domingo, 17 de octubre de 2010

Camino De Caravaca: 6º Etapa (II)

MARTES 12 OCTUBRE 2010
Día del Pilar, Fiesta Nacional de España.

En tan señalado día llegaremos Ali y yo a Caravaca.
Antes de acostarme había puesto la alarma a las 08:08. Ali había puesto la suya a las 08:10, pero yo prefería despertarme con la canción “Waving Flags”, himno oficial con el que España había ganado el Mundial de Futbol, (y con el que yo me despertaba todas las mañanas).

Tras recibir los consejos del recepcionista, desayunamos en un bar y cogemos la vía verde en la plaza de toros.
Allí se nos une un gato siamés pequeño. Lo vamos llamando y logramos que nos siga durante un tiempo. Hay un momento en que se queda atrás oliendo algo. Nos cruzamos con una señora y el gato duda en seguir a esa señora o a nosotros. Finalmente se decide por nosotros y reanuda su marcha.
Ali me cuenta que tenía un gato como ese. Incluso que su gato tenía la cola igual de doblada que ese. Bromeamos con que su gato se podía haber reencarnado o quizás ese fuera descendencia suya. Quién sabe. Igual esto último podía ser cierto, ¿por qué no?
Al final el gato se queda atrás y nosotros dejamos Cehegín atrás también.

Con las primeras luces de la mañana, las cosas se ven de un color diferente. Nítidas, claras, vivas. Echamos fotos a Cehegín en la lejanía (como el día anterior habíamos hecho con Bullas). Son las 09:40.

La vía verde está llena de gente. No son peregrinos. La mayoría son personas que aprovechan el día festivo para hacer ejercicio a horas donde todavía no hacer calor. Aun así, alegra encontrar tanta gente en el camino. Desde que salimos en Cartagena, siempre hemos estado andando solos (salvo contadas etapas) y a mi, particularmente al menos, me da mucha alegría ver tanto trasiego de gente.
Y entre tanta gente nos encontramos con un ex¬-compañero de Ali. Nos dice que se tarda una hora en llegar a Caravaca, pero lentos como vamos y echando fotos, calculamos que tardaremos entre 15 y 20 minutos mas.

Pasamos un túnel perfectamente iluminado y arreglado. Se nota que Caravaca está cerca. Pero no imaginamos cuánto.
Al salir del túnel se ve un pueblo a lo lejos con una fortificación en lo alto.
-¡Mira! ¡Eso es Caravaca ya! ¡Qué cerca! -Exclama Ali.
-¿Eso es ya Caravaca? -Pregunto sin terminar de creérmelo.
Pero si. Yo mismo me doy cuenta que lo es.
¡Qué satisfacción! No me lo puedo creer. Esa ciudad a lo lejos es el motivo por el que estábamos caminando tanto tiempo y tantos kilómetros.
Me acuerdo de Minas Tirith del “Señor De Los Anillos”. Es preciosa. Entre montañas, se yergue el Santuario de la Santísima y Vera Cruz, y a sus pies el pueblo de Caravaca.
Todo es precioso: el cielo, las nubes, las montañas. Una alegría inmensa me invade. Son las 10:01.

Desde ese momento hasta que entramos en Caravaca no dejo de saludar a toda persona que me cruzo.
-¿Ahora si saludas a todo el mundo? -Me dice de broma Ali.
-Si. Es que ahora estoy muy contento. ¡Estamos llegando a Caravaca!

Todas las etapas nos las pasamos hablando. O siendo mas concretos, me las paso hablando sin parar. A veces no me doy cuenta de ello y otras si. Pero el hecho de caminar tan bien acompañado me hace estar muy alegre y a gusto, y no puedo evitar estar contando cosas.
Bien. Siendo consciente de esto, trato de callarme y meditar. Reflexionar. Estoy llegando al final del viaje y trato de sacar las enseñanzas que me ha dado el Camino. Motivos por el que otras personas deberían hacerlo.
No los diré aquí, pero saqué muchos en claro. Muchos que ya había descubierto en otras etapas. A decir verdad, desde la primera etapa. Pero en este momento de reflexión saco en claro una nueva enseñanza. No es nada nuevo, y mucha gente lo habrá experimentado sin necesidad de hacer el camino, pero yo lo acabo de experimentar entrando a Caravaca…

Nos encontramos de nuevo con el ex-compañero de Ali. Nos dice que el camino se desvía en la entrada al pueblo, que no lo sigamos. Que entremos por la carretera nacional, en línea recta. Pero decidimos hacer el rodeo que indica el camino.
Si lo estamos siguiendo desde Cartagena, ahora, justo al final, no vamos a desviarnos. Entraríamos por donde nos diga el Camino.
Y el camino nos da -efectivamente- un rodeo, pero mucho menor del que imaginábamos.
Vamos a parar al apeadero de Caravaca, en obras. De ahí nace la Avenida/Calle de la Estación.
La subimos y damos con la carretera nacional de nuevo, esta vez ya en terreno urbano.
En seguida vemos un punto de información turística.
Nos acercamos.
Nos indica cómo llegar a la Iglesia de El Salvador. Son las 11:07.

Caminamos rápido. Trato de disfrutar esos instantes todo lo que puedo.
Ahora ya no caminamos tranquilos, relajados, hablando. No nos damos cuenta, pero apenas hablamos. Los dos queremos llegar. Es el final del viaje, la meta. La Misa del Peregrino nos espera.

Entramos y firmamos en el libro, pero no llegamos a tiempo de decir al cura nuestros nombres.
El cura es una persona bonachona, graciosa, simpática.
Recibimos el agua del Jordán y las Fuentes del Marqués. Vemos a los peregrinos que nos adelantaron saliendo de Bullas.
Iniciamos el ascenso al Santuario. El reloj marca las 11:46.

Entramos en la sacristía de la Basílica y damos nuestros nombres. Pero hemos llegado tarde. En el altar, una mujer empieza a leer el nombre de las parroquias presentes.
El hombre que nos ha tomado nota, también ha apuntado en el papel otra parroquia mas. Le da el papel a la mujer y ésta indica a los fieles que se han unido dos peregrinos mas de dicha parroquia.
No ha entendido lo de los nombres. Normal. Entiendo que no menciona personas particulares, si no asociaciones colectivas.
No me importa. Estamos aquí. De forma anónima. No necesitamos que nadie lo sepa.
Empieza la misa…

El acto litúrgico termina mostrando la Reliquia de la Cruz, a la que nos acercamos a besar. Mientras hago colar no dejo de pensar y decirme que hago aquello por mi madre. También pienso en Ali, pero ella está mi lado y no necesita que haga nada por ella, ya lo está haciendo por si misma.

Cuando el cura acerca la cruz a mis labios no atino a besarla y siento que mi mandíbula tiembla. Estoy emocionado. Salimos por el pasillo central los dos juntos. Busco la mano de Ali. Nos hemos ganado el Jubileo.
Me pongo las gafas de sol…

Por Mariano R. Guasch
Terminado de escribir el 13 de Octubre de 2010, a las 18:13.

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