viernes, 13 de diciembre de 2013

La Escritura y los Sueños

Hace unos meses, escribí un post sobre los sueños, pero por algún extraño motivo quedó perdido, guardado en un lápiz USB.
El otro día, cuando lo conecté al ordenador me llevé la sorpresa de encontrarlo.

Salvo el añadido final, este es el post encontrado:

LOS SUEÑOS Y LA ESCRITURA

Después de tuitear “La mayoría de las cosas que escribo están inspiradas en sueños que he tenido” con el hashtag #TuiteaUnSecreto, me he quedado pensando en cuántos argumentos, nombres de personajes y nombres secundarios se me han ocurrido realmente mientras dormía, y me he sorprendido del gran número de estos.

Sueños (MRGuasch,1996)

En el relato CLUB/CAFÉ EVA, el nombre del establecimiento que da título al libro lo soñé, igual que la historia/biografía (y nombre) de Kvolter, el director de cine que estrena “Septiembre 2011” ante cuyo cartel se detiene el protagonista.

En el caso de la novela corta TROMSO, lo que soñé fue el concepto de interferencia que serviría de base para el argumento. En el sueño, quien realiza el descubrimiento es Henri Nanti, nombre que al final del libro toma prestado Quize.

Casualmente, los dos nombres de personajes tomados de sueños (Kvolter y Henri Nanti) son húngaros. ¿Tendrá esto alguna explicación?

Pero no solo la prosa escrita se inspira en sueños. También algunas letras de CANCIONES, y muchas de las poesías de IMÁGENES han sido dictadas por Morfeo. Así “Ansiedad” o “Mentiras” en el primer caso, o algunas escenas, en el segundo, son ejemplos de versos que primero han sido soñados.

Ejemplos de poesía inspirada en sueños.

Y tan tópico como cierto, los sueños me han ayudado a cerrar letras de canciones que tenia a la mitad y no lograba acabar. El último de estos casos me ha ocurrido con “Flores de Plástico”, del libro TEMPUS FUGIT. En el sueño, un grupo de gitanos cantaban al ritmo de sus guitarras y palmas la estrofa final de la canción: “El tiempo no es la solución, es la herida”.

¿Y tu? ¿Sacas provecho literario de tus sueños?

Matizar que en el caso de nombres propios los he soñado tal cual, pero en el caso de argumentos o versos no. Más bien me han servido de base o concepto para después yo escribir las líneas definitivas recordando y adaptando el recuerdo de lo soñado.

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