lunes, 25 de septiembre de 2017

Esperando a Alejandra


Desde hace ya muchos años, vengo compartiendo mi vida por internet: el último año de universidad, los siguientes de búsqueda existencial, los primeros trabajos, inquietudes de toda índole, y últimamente, los viajes con Alicia y los libros publicados.

Pero hoy quiero compartir el que estoy seguro va a ser el viaje de mi vida.

El pasado mes de febrero, Alicia y yo nos enteramos de que vamos a ser padres.
Desde unas primeras semanas de nervios e incertidumbre hasta ahora hemos pasado por todos los estados emocionales posibles: ilusión, miedo, felicidad, inseguridad, esperanza, angustia... Miento, por todos los estados emocionales no, hay uno por el que no hemos pasado: tristeza.

Los que me conocéis, sabéis que nunca me han gustado los niños, y menos aún los bebes, pero pensar que va a haber una parte de ti correteado por el mundo hace que todavía, sin que haya nacido, ya se me caiga la baba solo de pensarlo.

A los que seáis padres, ¿qué os voy a contar que no sepáis? Y a los que no lo sois, ¿qué os voy a contar que no hayáis oído ya?


Desde que sé que voy a ser padre no he dejado de pensar en todas las cosas que me han dicho los míos desde que soy pequeño y nunca lo había valorado. Frases que a base de oírlas muchas veces parecían que habían perdido su significado. No es que no creyera a mis padres, lo que ocurre es que no puedes captar la profundidad de las palabras hasta que eres o vas a ser padre: "Desde antes de que nacieras ya te quería", "eres la cosa más importante para mi" o "por un hijo se hace lo que haga falta", son algunas de ellas.

Y por último, piensas en el futuro más allá de ti. Y es que esa nueva persona te sobrevivirá y seguirá aquí cuando tu ya no estés. Pero de eso ya hablaremos en otra ocasión.

Ahora, de momento, estamos esperando a Alejandra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario