Mancha de Agua - Cinematógrafo |
Siempre me gustaron aquellos finales que te hacían seguir
pensando en la historia una vez acabada. Aquellos finales que te hacían querer
vivir de nuevo la historia, para fijarte en detalles, buscando de este modo
claves que te hicieran entenderlo todo.
Pero ello no quita que el resto de la historia deba de estar
perfectamente explicada. Al final de la trama, todo debe encajar
meticulosamente. Una cosa es dejar el final abierto apropósito, y otra muy
distinta es que nada encaje y se quede todo en el aire.
Las grandes preguntas deben ser resueltas de algún modo en
el que el espectador se haga una nueva
pregunta. La cual tendrá que resolver él solo, o con información de la historia
previa.
Y es que las historias son como los buenos maestros,
aquellos que a la vez que enseñan, te hacen dudar de ello, para que investigues
y llegues por ti mismo a las mismas conclusiones.
En este sentido, creo que una buena historia debería de
incluir el principio intelectual de “una pregunta siempre lleva a otra
pregunta”.
En cualquier caso,
todo debe de tener su explicación dentro de la propia trama y nada debe ser
dejado al azar. Es en el propio final en si, donde se puede añadir alguna nueva
cuestión o posibilidad, para dejar pensando al espectador.
Cuando escribo busco habitualmente el final inesperado, es decir, me gusta crear un final en que el lector no se espere o no contemple que pueda ser posible.
ResponderEliminarComo lector me gustan también los finales abiertos, aquellos que te permiten amoldar el final de la obra a tu estado de ánimo. si estoy contento... Pues salvo al protagonista. si estoy decaído... Pues lo dejo morir